No pensaba escribir sobre este tema, que habréis adivinado por el título a pesar de lo escueto que es.... Sí, me refiero a la enferma de ébola, Doña Teresa. Había decidido no hablar del tema porque no quería olvidar que una persona, enfermera profesional dato a priori no relevante, está pasando por un calvario y cuya intimidad mi pudor me obliga a respetar. Y eso a pesar de que cada vez que encendía la televisión o miraba el periódico por internet mi cerebro comenzaba a modelar un posible post. Desde la ministra Ana Mato hasta el consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid, el protocolo inadecuado, la formación que solo se la puede denominar "made in Spain" y los "bemoles" de Rajoy diciendo que sus coleguitas lo felicitan por la brillante actuación. Que de ser así, tenemos dos opciones a mi modo de ver; cuanta hipocresía hay en el mundo, o para ser gallego Rajoy no entiende bien la ironía ni el sarcasmo...
Tampoco me apetecía escribir sobre la victima inocente que era el perro, Escálibur, sobre esto solo quiero decir que estoy de acuerdo que habiendo instalaciones preparadas para alojarlo debieron mantenerlo en cuarentena...
No, me decidí a escribir el post, por las mentiras una tras otra y por ver con asombro, tristeza y vergüenza como sale el consejero de marras a decir que la culpa y responsable es Doña Teresa, y que no es porque cometió un error al quitarse el traje, no... (que incluso de ser ese el caso deberíamos dilucidar si la responsable real es ella o aquellos que debían asegurarse de que conocía perfectamente el protocolo para sacarse el traje y si había alguien con ella ayudándola y comprobando si cometía errores, porque en mi humilde opinión ella era la primera interesada en no contagiarse). No, se permite decir que se fue a su casa ocultando que había tenido contacto con enfermos de ébola, e insinúa que mintió sobre sus síntomas.
Me la he imaginado llamando por teléfono para decir que tiene fiebre, le dicen que no sea tonta que debe ser otra cosa porque el ébola provoca fiebres más elevadas y la mandan a su centro de salud y todos nos imaginamos también a la operadora resoplando y diciendo a su compañera "¡ala! otra histérica, que tiene fiebre de 37 y venga decir que si tiene ébola". Ella respira aliviada porque incluso de haberse tocado la cara es posible que ella no sea consciente de haberlo hecho, y se dice; "no seas tonta e hipocondríaca, ya ves no tienes nada". Se va a su centro de salud, no sé si dijo que había tenido contacto con el ébola puede que fuese porque le habían dicho que no era posible que estuviese enferma. Tampoco veo a la médico de cabecera capaz de diagnosticarlo. Así que ella ya que los que debían preocuparse, los que le hacen el seguimiento, le dicen que no hay motivo para la preocupación, se encierra en su casa creyéndose o queriendo creer que tiene gripe hasta que lo obvio la devuelve a la realidad. Llaman a urgencias y donde los SUPUESTOS errores de ella terminan, por mucho que diga el consejero, empiezan indiscutiblemente los de sanidad, los suyos.
Y llegados a este punto le doy la razón al consejero de sanidad de la comunidad de Madrid, el problema es que Doña Teresa cometió un error; se creyó que podía fiarse de que el protocolo pasivo de seguimiento al que estaba sometida era suficiente. Como el error que cometieron, quien fuese, cuando dijeron que estábamos más que preparados para atender con garantías a un enfermo de ébola.
Yo ahora me la imagino en su habitación con fiebre y vómitos y los demás síntomas que tenga aguantando como la interrogan para que diga que se equivocó, que la culpa es de ella.
Y eso es lo que me ha hecho escribir este post; la indignación de ver como no se respeta, ya no la verdad o prudencia que en este caso es imprescindible, sino a una mujer, Doña Teresa, que en cumplimiento de su deber atendió a un enfermo de ébola y en el transcurso de su deber se contagió de un enfermo que a su vez se contagió haciendo una labor necesaria y altruista, y por la que merecía venir a morir a casa. Por supuesto con garantías para todos, y es ahí donde nuestro gobierno les guste o no oírlo fallaron. Nos fallaron a todos, pero sobretodo a Doña Teresa, y perdón es lo que debiéramos oír ahora por parte del ministerio de sanidad en boca de Ana Mato y por supuesto del consejero de Madrid, aunque éste es mejor que cierre el pico un rato.