Como es Nochebuena he decidido publicar una entrada para la ocasión.
¡Feliz Navidad!
Cuento de navidad:
Era que se te era un príncipe y una
princesa, eran nobles y hermosos. El príncipe rescataba princesas indefensas,
este mes llevaba tres lejos de su promedio de siete pero suficiente dado el gélido
invierno que este año era devastador, mientras la princesa hilaba en su rueda a
media jornada ya que este año, no solo era muy frio, sino que también las
ovejas no producían suficiente lana. A pesar de las dificultades eran felices
porque se querían y eran jóvenes. Así que llegó la Navidad cargada de ilusión y
esperanza.
Este mes no había sido del todo malo,
pero no obstante, debían elegir; o pagar la hipoteca del castillo o comer pavo
en Navidad. Se oyó una risa pérfida que resonó por todo el castillo, la
madrastra había llegado para pasar con ellos las fiestas, suspiraron la
princesa miró a los ojos al príncipe y vio como se le llenaban de lágrimas.
-Eso os pasa por vivir por encima de
vuestras posibilidades-les dijo la madrastra- claro queríais un castillo para
que vuestros descendientes vivieran como infantes y ahora que la cosecha es
mala os tiráis de los cabellos. ¡Ay! Si no hubieseis gastado las harcas del
reino en hacer felices a vuestros súbditos, en colmarlos con atenciones
innecesarias y ahora necesitáis mi compasión.
-No es nuestra culpa- contestó el
príncipe cansado- el dragón al que los aldeanos llaman crisis ha arrasado con
los campos de cultivo. Y eso hay que añadirle el gasto por la gran boda y el
descorazonador invierno.
-Además el gran mago nos prometió,
querida madrastra, que no tendríamos problemas porque él siempre estaría ahí
para ayudarnos a sufragar los gastos. Nos dijo que el castillo no solo era
bueno para nuestro futuro sino que era una inversión y ahora no hace más que
pedir grano y el feudo de las granjas y pastos de nuestro pueblo- alegó la
princesa.
-Cierto querida, pero eso son
vuestros problemas, las cosas han cambiado, y yo no lo podía prever, así que me
llevo el trono que está casi sin usar y le pediré a vuestro padre, príncipe, su
corona si no mejora la situación.
La madrastra se paseó por la estancia
tomando nota de las medidas e imaginando como quedaría su espejo en ella.
La noche de nochebuena los príncipes
se sentaron en una pequeña mesa hecha con cartón, él la miró a los ojos y le
dijo:
-Te regalo mi amor que es lo único en
este mundo que no podrán quitarme.
-Mi amor siempre fue tuyo, yo te regalo mi
lealtad porque confío que matarás a ese dragón antes de que destruya a nuestro pueblo.
Pero querido recuerda lo que te dijo tu padre, no inflijas tú más dolor a nuestros
súbditos en tu búsqueda de una solución. Eres un príncipe no puedes velar solo por los que se sientan a tu mesa.
El príncipe apretó los dientes y miró de soslayo a la princesa.