Comer o no comer, he ahí la diferencia entre desnutrición o no....
En los últimos tiempos y debido a la época vacacional, se ha abierto el debate entre comedores sí o no. Los defensores obviamente defienden que los niños necesitan por lo menos una comida decente al día, y que de este modo queda asegurada.
Los detractores de los comedores en los colegios para niños necesitados aluden al hecho de que serán niños marcados socialmente... como si el hecho de no tener para comer, y por lo tanto tampoco para otras muchas cosas no estigmatice ya de por si.
En mi humilde opinión los detractores deberían verlo como un ahorro futuro en sanidad, ya que una generación de niños desnutridos derivarán de algún modo en un gasto sanitario. Estos detractores también aluden al hecho de que la normalización de la situación de los menores debería ser más profunda, es decir que debería ayudárseles no solo puntualmente sino más eficazmente y a largo plazo, ¿se referirán a ayudas económicas dadas por el gobierno? Ya claro el mismo que endureció el acceso al paro, porque ese dinero nos convertía en gandules o bien era mentira porque somos unos estafadores, los de dependencia siguen ahí esperando de media 300 días, abarató el despido y ahora pagaremos parte del finiquito a hacienda... y podría seguir hasta llenar folios pero dada la veracidad que le han dado al informe de Caritas sobre la pobreza infantil no me siento con fuerzas.
En fin se demuestra una vez más que hasta el hecho que un niño no coma, y por desgracia lo necesita diariamente, se convierte en un debate político donde lo que menos importa es el hecho de que ese niño no tenga nada que llevarse a la boca, literalmente. Y mientras se dice que los marcamos socialmente insistiendo en el tema y sacando los comedores diariamente en la tele no dejamos de recordarles que viven de caridad a ellos y al resto de los niños que los rodean. No digo que no se deba tratar el tema en televisión, sino que el debate no debería girar en torno de si son o serán niños estigmatizados, debería girar en torno a que como ciudadanos de un país del primer mundo y como sociedad justa y avanzada no deberíamos mirar para otro lado, ni favorecer a los que más tienen, mientras entre nosotros hay niños que pasan hambre, y no hambre de "no me gustan las espinacas me enfado y no como", sino de hambre de "el frigorífico esta vacío, cariño".
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