Supongo
que lo primero que debería hacer es felicitar el año nuevo. ¡Felicidades!
Si
os habéis pasado con el pavo, no os preocupéis, que aún queda el roscón de
reyes. Así que aplazar una semana más la dieta, porque saltársela es peor y
puede que vuestro rey mago preferido os catalogue como malos por eso.
Pensando
en los hechos que nos vuelven malos o no, he recordado al muy respetable obispo
Demetrio Fernández, el pecado no deja de ser curioso, sobre todo cuando
necesitamos que sea otro el que nos indique que lo es.
En
su última carta arremete de nuevo contra los gay y el aborto, algo que no solo
es normal, sino su trabajo. Así que no hay nada en ello que nos debiera sorprender.
Pero me sigue chirriando su razonamiento. Hablan de naturaleza, que ya no es
ésta la que determina el género de un individuo sino que es elegido por nosotros,
actuamos con libre albedrío seleccionando la pareja que nos haga feliz, el
modo de vivir nuestra vida y cuando es el momento en el que, conscientes de las
responsabilidades que implica, somos padres. Usamos condones y disfrutamos del
sexo, esto último muy poco natural. Todo esto no deja de ser repetitivo y
dañino.
Yo
soy más de aquello que se dice por los paganos; vive y deja vivir. Ya sabes no
creo que la inquisición que tenía una doctrina pulcra y muy cristiana fuera de
mi estilo habría que preguntarle al señor Demetrio Fernández. Ya que los que
opinamos que la tolerancia hacía otras religiones o la falta de ella es en sí
misma una buena filosofía de vida, somos comparados a Herodes, aquel buen ser
humano que mató a niños inocentes según la historia cristiana. Aunque bien
mirado no sé si eso puede llamarse un insulto viniendo de aquellos que en
nombre de dios comenzaron guerras, conquistaron países eliminando culturas y
auspiciando genocidios y dictaduras solo por la conversión del pagano, al fin y
al cabo salvaban su alma.
Sigamos
escuchado la moralidad que nos imponen aquellos que creen que sobre la felicidad
de las personas impera su “decencia”.
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